Según la sentencia, los hechos se produjeron en Barcelona entre diciembre de 1996 y febrero de 1997, cuando Jose Luis Balaguer Molina y la víctima trabajaban en el centro comercial "Las Glorias" como vigilante jurado y guarda de seguridad, respectivamente.

El ahora condenado dedicó comentarios a la víctima del orden de "qué guapa eres", "estás muy buena", "vamos a tu casa" y "e gustaría echar un kiki contigo (sic)". Además, le tocó una nalga, llamaba a la puerta del vestuario donde la mujer se cambiaba de ropa e incluso llegó a entrar en el mismo para darle un beso.

La mujer se abstuvo de poner los hechos en conocimiento de la dirección de la empresa por miedo a las represalias que su acosador y superior podía tomar contra ella, dado que estaba contratada temporalmente y temía perder su empleo.

Para el Supremo, no hay duda de que los hechos ocurrieron tal como la víctma los relató, dado que se ha mostrado en sus declaraciones "persistente, sin ambigüedades ni contradicciones". Además, añade que no hay razones para pensar que la mujer denunciase los hechos por venganza o por algún interés oculto y recuerda que su testimonio fue corroborado por otros cuatro testigos.

Para el Alto Tribunal, el denunciado "era perfectamente consciente de que se estaba aprovechando de una situación de superioridad y que de ser desatendidas sus solicitudes tenía capacidad para perjudica las expectativas laborales de su víctima", a la que sometió a una situación "gravemente intimidatoria, hostil y humillante".

Con estos argumentos, el Supremo confirma el fallo dictado en su día por la Audiencia Provincial de Barcelona, que condenó al vigilante jurado a pagar una multa de 240.000 pesetas por un delito de acoso sexual y a indemnizar a la víctima con 500.000 pesetas.