La capitalidad es claramente ventajosapara todos, menos para el segmento de 35 al 54 años, es decir para quienes normalmente menos pueden disfrutar de sus oportunidades de ocio y más se ven abocados a soportar las molestias derivadas de sus obligaciones cotidianas.

Desde el punto de la calidad de vida estrictamente, la capitalidad no es una ventaja para Madrid ni para los madrileños, o al menos así lo creen. Un 42 por ciento piensa que se viviría mejor en Madrid si no fuera capital, un 43 por ciento igual y sólo un 6 por ciento cree que sría peor.

Desde el punto de vista estrictamente personal, la situación es bastante parecida, aunque algo más atenuada: un 33 por ciento supone que la no capitalidad mejoraría sus condiciones de vida, un 51 por ciento que no las alteraría y un 10 por ciento que las empeoraría, incluyendo aquí un 4 por ciento que se vería forzado a trasladarse a la capital, esté donde esté.

Para los que piensan que se viviría mejor en Madrid sin la capitalidad, la consecuencia fundamental de no ser capital sería un población menos numerosa.

En cambio, para quienes entienden que eso es lo que traería aparejada la pérdida de la capitalidad, significa disponer de menos servicios.

Solo lo más jóvenes parecen apreciar esa capacidad de estimulación de la economía que ortorgaría a Madrid su condición de capital, lo cual es lógico puesto que están en la etapa vital de su inserción en el mercado de trabajo, según se desprende del estudio.