En una manifestación convocada por ambas asociaciones, a la que asistieron varios miles de personas, entre ellas el senador socialista Juan Barranco, se leyó un manifiesto "contra la intolerancia institucional de la Guardia Civil". Según los organizadores, la manifestación congregó a 10.000 personas.

La presidenta de la Plataforma por la Dignidad de los Guardias Civiles, Cándida Alzás, destacó la mala influencia que tiene sobre la vida familiar de los guardias civiles el hecho devivir en una casa-cuartel. En su opinión, es necesario delimitar claramente la vida laboral y privada de cada familia.

"La presión psicológica, una constante sangría humana en la Guardia Civil, germina mejor cuando conviven mandos y agentes, en el lugar de trabajo", indicó.

Asimismo, los manifestantes tildaron de "aberrante" el régimen diciplinario del Instituto Armado y acusaron a la Benemérita de no evolucionar junto a la sociedad.

"Un guardia civil no puede permanecer recluido en su domiclio, hasta treinta días, por no llevar abrochado un botón de la camisa. Un guardia civil no puede ir a prisión militar por comerse un bocadillo estando en su jornada de trabajo, como acaba de ocurrir", dijo Alzás. Señaló que agentes de otros cuerpos de seguridad, por conductas iguales, reciben sanciones administrativas.

Los manifestantes solicitaron un incremento de los "exiguos" sueldos que perciben los agentes, y criticaron el militarismo de la institución,. porque no les permite disfrutar del consttucional derecho de asociación.

A lo largo de la manifestación, que recorrió varias calles madrileñas hasta presentarse ante el Ministerio de Interior, se escucharon numerosos cánticos contra el Gobierno y contra el ex director de la Guardia Civil, Luis Rodán.