Ayer, los gobiernos de los Quince decidieron poner fin a la prohibición de exportaciones de carne bovina británica, que ha costado muy cara a la industria cárnica de este país: alrededor de 4.000 millones de libras esterlinas, es decir, un billón de pesetas. El único Estado comunitario que se opuso a este levantamiento fue Alemania.

A pesar de este voto de confianza, grupos de consumidores, asociaciones de consumidores en Europa y muchos plíticos han advertido que no le será demasiado fácil a la industria cárnica británica salir del paso. Los consumidores son los primeros en manifestar su desconfianza. "Probablemente la confianza del consumidor europeo sea tan débil ahora como cuando comenzó toda esta crisis", declaró el portavoz de los Consumidores Europeos, organización que engloba un total de 24 cuerpos nacionales.

A pesar del voto de ayer, los mercados de todo el mundo continuarán cerrados a las exportaciones británicas por unos mees, en espera de los resultados de exámenes definitivos y finales y de la última palabra de la Comisión Europea al respecto.