Los hechos que han dado lugar a la sentencia se produjeron en Gijón, el 29 de mayo de 1997, cuando Faustino Álvarez Sánchez, enfermo de Alzheimer, llevaba seis días ingresado en la residencia Atalaya.

Según consta en la sentencia, tras haber desayunado en su habitación, el hombre bajó acompañado de personal del centro a una dependencia común situada en la planta baja de la zona antigua de la residencia.

El hombre logró salir de la estancia sin que se percatase el personal que allí se encontraba de vigilancia, subir a la planta segunda y arrojarse por una ventana, acabando con su vida.

Los magistrados recuerdan en la sentencia que, tras salir de la sala, el hombre estuvo "deambulando por el establecimiento" hasta llegar a otra parte del recinto, "sin que su recorrido fuese advertido por el personal de la residencia".

El Supremo sostiene que, en este caso, hubo "una conducta negligente por parte del personal de la residencia en cuanto a su obligación de cuidado y vigilancia del interno".

Se trata, dice el Alto Tribunal, de un "deber de diligencia que, de haber sido cumplido, teniendo en cuenta las circunstancias de la persona y el lugar, habría evitado el luctuoso resultado producido".

Asimismo, señalan que tanto el personal como la dirección del centro conocían la enfermedad del interno y que, de hecho, se le asignó una habitación destinada a enfermos psíquicos. Por lo tanto, estaban obligados a vigilarle y a cuidarle.

Con estos argumentos, el Supremo condena a Residencias Geriátricas de Asturias S.L., titular de la Residencia Atalaya, a indemnizar con 14.328,13 euros a la viuda del fallecido y con otros 6.202,44 euros a la hija de ambos.