La propia OMS reconoce a la incontinencia como uno de los principales tabúes sociales que el siglo XX no logró erradicar, por delante de otras condciones como el SIDA, el cáncer o la depresión.

Se trata de una patología descrita desde el año 3000 antes de Cristo y que en el año 2003 sigue recluida en la esfera de la intimidad de la mujer, incapaz de ser asimilada socialmente y beneficiarse de un apoyo clínico y administrativo.

El estudio, llevado a cabo en más de 4.500 mujeres de 18 a más de 65 años de edad de tres continentes, examinó actitudes, conocimientos y repercusiones de la incontinencia en mujeres de todo el mundo.

La encuesta entre otras cosas, demuestra que ésta no es una enfermedad que afecte mayoritariamente a mujeres mayores. De hecho, los resultados indican que prácticamente dos de cada cinco mujeres (37%) entre 35 y 54 años de edad presentan síntomas de IUE, aproximadamente el mismo porcentaje que en el grupo de edad de más de 55 años (39%).

Además, casi una cuarta parte (24%) de las mujeres que respondieron del grupo de edad de 18-44 años reveló tener síntomas y casi una quinta parte (18%) admite haber padecido sínomas por primera vez antes de los 29 años.

Las mujeres con incontinencia afirman utilizar absorbentes a diario, llevar consigo mudas de ropa o ropa interior y restringir los desplazamientos personales o laborales como medios para manejar sus síntomas. Como consecuencia de todo ello, se sienten menos seguras, abandonan carreras profesionales y/u otras actividades, evitan los contactos íntimos con sus parejas y experimentan un aislamiento social global.

En España, donde el 23% de las mujeres reconoieron que durante el año pasado habían sufrido este tipo de incontinencia, únicamente un 39% acudieron a un médico a consultar sus síntomas. De hecho, un 86% de las mujeres que padecieron incontinencia urinaria de esfuerzo ni siquiera conocían el nombre de la enfermedad y un 64% de las que la han padecido nunca han seguido ningún tratamiento.