Bonn quiere zanjar ciertos problemas medioambientales, como el de repostar combustible en aeropuertos y puertos comunitarios. Todo apunta a que Alemania está muy comprometida con el establecimiento de un impuesto sobre el combustible, en el que también entraría el queroseno usado por los aviones.

Estas iniciativas sólo son parte de los llamados "diez tests verdes, que será la asignatura medioambiental que Alemania se empeña en aprobar en seis meses, controlada de cerca por la Oficina Europea del Medio Ambiente.

Otro de los puntos en los que insiste Alemania es el de asegurar que los países candidatos a la adhesión cumplen los reglamentos ambientales para poder ingresar a la UE. Los alemanes quieren también garantizar que las ayudas europeas para la entrada de nuevos candidatos no son mal invertidas después en perjuicio para el medio ambiente, la agricultura, a flora o la fauna.

Otro de los temas a atacar serán las basuras y residuos. Alemania propone que se arreste al responsable de un vertido peligroso y se le juzgue por ello.