La experta veterinaria de Clinicanimal, Eva Sánchez-Paniagua, señaló que entre febrero y mayo se registran numerosos casos de urgencia relacionados con la oruga procesionaria. Según explicó, el incremento de estos incidentes en los últimos años podría estar vinculado al cambio climático.

Los perros resultan ser los más afectados debido a su tendencia a explorar. Las zonas más expuestas incluyen el hocico, la lengua y la boca, aunque también se detectaron irritaciones en los ojos, la nariz y las patas tras el contacto con los pelos urticantes del insecto, agregó la veterinaria.

Entre los síntomas más comunes figuran la inflamación, enrojecimiento, lesiones cutáneas y, en los casos más graves, dificultades respiratorias por reacciones alérgicas. La especialista recomendó lavar la zona afectada con agua tibia sin frotar y acudir de inmediato a un centro veterinario para recibir tratamiento.

El protocolo veterinario incluye el uso de antiinflamatorios, antihistamínicos y corticoides, además de terapias de emergencia como fluidoterapia u oxigenoterapia en los casos más críticos, explicó Sánchez-Paniagua.

La oruga procesionaria se identificó con facilidad por su característica forma de desplazamiento en fila india, un comportamiento que, además de servir como estrategia de defensa, incrementa el riesgo de contacto con los animales de compañía, concluyó la veterinaria.