"La razón para permitir a los homosexuales que se casen tiene que ver en primer lugar con la igualdad, pura y simplemente. ¿Por qué a un grupo de adultos enamorados y en mutuo acuerdo se les debe negar un derech que otros adultos tienen y que, si lo ejercieran, no produciría ningún daño a terceros?", se pregunta el editorialista.

"The Economist" sostiene que de ninguna manera puede invocarse la tradición y los usos establecidos para denegar el derecho al matrimonio a los homosexuales, puesto que "hasta finales de la década de los sesenta del pasado siglo había estados norteamericanos en los que era ilegal que un adulto negro se casara con personas de raza blanca, pero muy poca gente defendería eso ahora basádose en que era algo 'tradicional".

Además, "The Economist" considera que las uniones civiles reguladas en algunos países no es una fórmula suficiente. "El matrimonio, tal como es considerado generalmente por la sociedad, es más que un simple contrato legal. Además, reconocer algo por debajo del matrimonio para algunos adultos tendería a socavar la noción del matrimonio en general. ¿Por qué no habría que rebajar a todos, andando el tiempo, al nivel de las uniones civiles?. Eso representaría una amenaz para una institución fundamental de la civilización".