Teresa Mogín declaró a Servimedia que "desde el tercer sector se debe movilizar a la sociedad, porque en nuestro país existe todavía poco voluntariado y poca colaboración con el movimiento asociativo, pero el mercado también tiene que contribuir a ello. La solidaridad debe convertirse para la empresa en un elemento de su cultura corporativa".

La responsable del área de Acción Social, Menor y Familia resaltó que "la cultura de la solidaridad no sólo es una cultura de ponga una ONG en su vida', sino aquélla en la que tenemos que entender que la ética no es patrimonio de nadie, y que cada ciudadano puede ser activo y militante en la cuestión social y la solidaridad de muchísimas maneras".

"Los ciudadanos no sólamente somos contribuyentes, socios o voluntarios", insistió, "sino que también somos consumidores, y como tales podemos discriminar en favor de aquéllos que se vuelcan más con problemas de la propia sociedad, y comprar productos de una empresa que, por ejempl, no utiliza trabajo infantil y que además contribuye a programas de desarrollo o de acción social".

En este sentido, subrayó que "una empresa involucrada en la comunidad en la que trabaja tiene más posibilidades de tener buenos resultados que otra que no realiza ninguna aportación de este tipo", lo que significa que la participación en programas de carácter social tiene beneficios no sólo en términos de imagen, sino también de rentabilidad.

Mogín añadió que actualmente el compromiso de las empreas españolas en cuanto a la labor social es "manifiestamente mejorable", aunque cada vez se va dando una "mayor implicación en el mecenazgo social y la solidaridad", con iniciativas como la financiación de proyectos sociales, la donación de determinados servicios a ONG, o la aportación de profesionales para apoyar los programas de entidades sin ánimo de lucro.