‘La Fortaleza’ forma parte de los ‘Diálogos contemporáneos’, un ciclo que tiene como objetivo “poner en valor la capacidad de nuestros clásicos pata influir en la creación contemporánea” y “brindar la posibilidad de que autores de la actualidad iluminen los aspectos menos conocidos de estas grandes obras”, según informó la CNTC.

Se trata de piezas que dialogan desde la contemporaneidad con el legado clásico, en este caso con ‘El castillo de Lindabridis’, de Calderón de la Barca (1600-1681), obra dirigida por Ana Zamora que actualmente se está representando en la sala principal del Teatro de la Comedia.

‘La Fortaleza’ se centra en la herencia, material o inmaterial, que los hijos reciben de sus padres y reflexiona acerca del patrimonio cultural que se transmite de generación en generación planteando las siguientes preguntas: “¿Qué hacer con todo ese pasado?” “¿Qué nos mueve a preservarlo?” “¿Podemos confesar que, a veces, no sabemos qué hacer con él?” “¿Cuánto debemos dejar atrás para poder avanzar?”.

Mientras que ‘El castillo de Lindabridis’ aborda el afán de una princesa por heredar el reino paterno, ‘La Fortaleza’ aborda el deseo de una hija por ocupar un lugar en la vida de su padre, arquitecto de éxito ya desaparecido con el que convivió poco y al que ya sólo puede acceder a través de los edificios que construyó.

Centrándose en la figura del padre, Lucía Carballal establece un nexo entre su propia biografía y ‘El castillo de Lindabridis’, como lo atestiguó la propia autora al destacar que “nunca pensé que mi padre, su ausencia y su arquitectura me daría la llave para acceder a Calderón, o que Calderón me daría la llave para acceder a mi padre al que no pude conocer demasiado”.

Sin embargo, ‘La Fortaleza’ también es una obra sobre el legado, que aprovecha ‘El castillo de Lindrabridis’ para abordar la figura del padre, estableciendo una analogía entre el concepto de padre y el de patrimonio cultural.

En ese sentido, Lucía Carballal señaló que “la relación con el material no era tanto con el texto de Calderón, sino con lo clásico y que este interrogante me iba a conectar con los espectadores”, ya que “todo el mundo tiene más o menos una relación compleja con ese molde o esa herencia que todos hemos recibido de las generaciones anteriores o de nuestros maestros y que, de alguna manera, ya no sabemos muy bien cómo articular para convertirlo en algo personal o privado o importante para nosotros”.

La obra está narrada por tres actrices que ofrecen “tres perspectivas, tres intentos de construir a un padre y al mismo tiempo escapar de él, tres maneras de mirar al pasado desde la contemporaneidad, tres diferentes puntos de vista que corresponden a diferentes etapas de la vida, porque con el transcurrir de los años cada vez que miramos al pasado lo hacemos de forma diferente”.

La pieza está interpretada por Eva Rufo, Mamen Camacho y Natalia Huarte, tres actrices que forman parte de la primera, segunda y tercera promoción de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico.

La CNTC ha organizado un encuentro con el público el miércoles 21 de febrero con el objetivo de “llegar a todos los públicos”.