MADRID

SÓLO SE DENUNCIA UNO DE CADA DIEZ CASOS DE MALTRATO A PERSONAS MAYORES, SEGUN LA UNIÓN DEMOCRÁTICA DE PENSIONISTAS

MADRID
SERVIMEDIA

Sólo se denuncia uno de cada diez casos de maltrato a personas mayores, según datos hechos públicos hoy por la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP).

En un comunicado, la organización señala que la principal dificultad para detectar los maltratos es la carga afectiva que las víctimas suelen tener con sus familiares o el miedo a ser expulsados de centros residenciales o geriátricos.

El propio anciano se siente en la mayoría de los casos incapacitado para denunciar a su familiar o cuidador del que puede depender "afectiva, física o económicamente", añade UDP.

Ante esa situación, UDP exige una modificación legislativa para que el maltrato a las personas mayores se recoja como agravante en función de la vejez de la víctima, y no sólo en los casos en los que esté desvalida, como se hace en la actualidad con los menores o las mujeres.

La organización advierte de que existe una clara discriminación hacia el mayor en nuestro país y se necesita concienciación por parte de la sociedad para que se hable de este tipo de casos al igual que llegó a la opinión pública la violencia de género.

Los malos tratos que se producen en las personas mayores pueden ser de tipo físico, económico, psicológico o mediante actuaciones negligentes. Precisamente los maltratos psicológicos son los que entrañan una mayor dificultad en su detección ya que aunque el mayor sea vejado o humillado no se siente capaz de denunciarlo.

FALTA DE ATENCIÓN

En relación a la atención sanitaria, la mayoría de los mayores se quejan de la falta de conocimientos geriátricos y de una "infantilización" en el trato por parte de los equipos profesionales, que les tratan como si fueran niños. Del mismo modo, la organización denuncia que resulta más que alarmante que las tasas de suicidio en las personas mayores de 65 años dupliquen a las franjas de edad inferiores.

En relación al maltrato económico, es muy frecuente que las cuentas bancarias de las personas mayores sean administradas por otras personas, que se les obligue a modificar testamentos o que se vendan sus inmuebles para repartir el dinero entre los hijos, de modo que al final el mayor circula de un sitio a otro, quedando desvinculado de su propio hogar, su propia autonomía y su propia identidad.

(SERVIMEDIA)
15 Jun 2006
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