Solana quiso dejar claro que el Gobierno español afronta la Presidencia con un buen estado de ánimo y señaló que nuestro país tiene sus equipos preparados y las ideas bien concebidas para hacer acometer sta tarea, para lo cual pidió su ayuda al resto de las fuerzas políticas del país.

El titular de Exteriores hizo estas reflexiones en una rueda de prensa convocada para explicar las prioridades del Ejecutivo en su mandato europeo, que estarán centradas principalmente en el crecimiento económico y la creación de empleo, así como en el impulso para la consecución de la tercera fase de la moneda única.

En materia de política exterior y de seguridad, España pondrá el acento en colaborar en todos los rdenes para llegar a una solución política que ponga fin a la guerra en la antigua Yugoslavia. Solana reconoció que uno de sus mayores deseos es ver llegar la paz a Bosnia, aunque advirtió que "el paso del deseo a la realidad está durando mucho tiempo".

Conseguir que la Conferencia Euromediterránea de Barcelona sea un éxito e impulsar el diálogo de Europa con los países de Centroeuropa, Latinoamérica y Estados Unidos, constituyen otras prioridades de la Presidencia Española.

Por otra parte, el miistro de Exteriores subrayó que otros temas de interés específico para España son impulsar la aprobación de varias directivas sobre frutas y hortalizas, dar por finalizada la plena incorporación de nuestro país a la política pesquera común y que sean aprobadas directivas pendientes como la de televisión sin fronteras.

La rueda de prensa de Solana, celebrada en un patio interior del palacio de Santa Cruz, tuvo que ser interrumpida momentáneamente, ya que una fuerte tormenta de lluvia y granizo provocó n gran estruendo en la cristalera que cierran la estancia, y que impedía que las palabras del ministro fueran escuchadas por los periodistas.

Solana, que compareció de pie y frente a un estrado que estaba flanqueado por las banderas de España y de Europa, se tomó con buen humor el incidente y quiso tranquilizar a los informadores -algunos de los cuales eran extranjeros-, asegurándoles que estuvieran tranquilos porque la tormenta no tardaría en pasar.