Consumo sostenible

La sobreproducción en la industria de la moda rápida genera montañas de basura en los países en desarrollo, según Greenpeace

Madrid
SERVIMEDIA

La sobreproducción en la industria de la moda rápida está originando montañas de basura cada vez más grandes que Europa es incapaz de gestionar en su territorio.

Esta es una de las conclusiones del informe ‘Regalos envenenados’ (‘Poison gifts’, en inglés), elaborado por Greenpeace Alemania, cuyos resultados se publicaron este viernes. El trabajo pone de manifiesto cómo las exportaciones de ropa usada se utilizan también para deshacerse de los restos textiles que Europa es incapaz de gestionar.

En ese sentido, la responsable de Biodiversidad y Consumo de Greenpeace, Celia Ojeda-Martínez, explicó que “la industria de la moda rápida (‘fast fashion’) ha convertido la ropa en artículos desechables; al igual que nos acostumbramos a los plásticos de un solo uso, nos hemos acostumbrado a la moda de un solo uso”.

Por ello, esta investigación busca dar luz a cómo los países y las empresas de los países desarrollados “están evadiendo su responsabilidad a la hora de gestionar las enormes cantidades de ropa que no se venden o se desechan, muchas de ellas con compuestos peligrosos”.

De este modo, la población de África Oriental se queda “sola ante los desechos plásticos y textiles exportados, sin ninguna infraestructura para su eliminación”.

El estudio señala que únicamente en Alemania se recogen anualmente más de un millón de toneladas de ropa vieja, menos de un tercio de la cual se revende como artículos de segunda mano.

A su vez, se calcula que alrededor de 990.000 toneladas de productos textiles van a parar a los vertederos en España. A pesar de ello, las tasas de reciclaje siguen siendo bajas, ya que sólo entre el 10% y el 12% de los residuos textiles postconsumo se recoge por separado para su reutilización y/o reciclado, mientras que menos del 1% de la producción total se recicla en ciclo cerrado, es decir, con el mismo uso o similar.

Greenpeace indica en su estudio que la mayoría de esta ropa usada se exporta a Europa del Este y África, si bien muchas prendas de vestir ya no tienen valor de mercado porque son defectuosas, están sucios o no son adecuadas para el clima local.

De hecho, las investigaciones han demostrado que entre el 30% y el 40% de las importaciones ya no se pueden vender ni usar, lo que lleva a estas prendas, junto a las que proceden de los excedentes de la ‘fast fashion’, a acabar en vertederos, ríos o incineradas al aire libre, con la consiguiente contaminación del aire y el agua.

Desde mediados de la década de 1990, el volumen de ropa recogida crece un 20% cada año, una cifra que crece al mismo ritmo que la producción de la ‘fast fashion’. Sin embargo, sólo un pequeño porcentaje de esta ropa es revendida en el mismo país en el que se recoge: entre un 10% y un 30%, en Reino Unido, y únicamente un 8% en EEUU y Canadá.

Por todo ello, Celia Ojeda-Martínez comentó que “no basta con escribir la palabra ‘sostenible’ en los textiles o basarse en falsas soluciones como el reciclaje, hay que cambiar el modelo de negocio”, por lo que animó a cambiar el sector textil y “fomentar alternativas” como la ‘slow motion’, que es lo contrario a la ‘fast fashion’.

(SERVIMEDIA)
22 Abr 2022
MST/gja