Polaino manifestó a Servimedia que el secuestrador, que padece de psicosis o esquizofrenia, "se pudo dedicar a tirar gente por la puerta del avión o coger un arma blanca y mater a alguien", de no ser por la actuación de su psiquiatra, con el que habló por telefono y que hizo que dejara libres a los pasajeros y se entregase.

A su juicio, estas situaciones son "relativamente frecuentes en psiquiatría", puesto que un paciente aparentemente estabilizad y de comportamiento normal por cualquier motivo como un problema emocional, dejar de tomar la medicación, no dormir suficiente o haber ingerido alcohol, se puede "desajustar y confundir la realidad con la ficción".

Este tipo de comportamientos pueden surgir como una reacción espontánea e inmediata, como un "cortocircuito", o como, a su juicio, parece ser el caso, con una determinada premeditación o "preparación y elaboración previa del programa".

En este sentido, Polaino afirmó que Gómez "era enese momento un secuestrador en ese escenario, por lo que lo hacía con convicción". Esto podía haberle llevado a una situación extrema si alguien hubiera perdido los nervios, puesto que el miedo de los pasajeros "confirmaría su delirio".

Por ello, Polaino reiteró la importancia de la intervención del psiquiatra, sin el cual no se sabe cuál habría sido el desenlace, y reprochó a los medios de comunicación y a la compañía aérea no haberle prestado la suficiente atención.