"La muerte de Sampedro", señala Azucena Hernández, "me ha impresionado muchísimo, porque yo sé lo que es viviratada a una cama, sin posibilidad de recuperación. Creo de todo corazón que ahora que está muerto podrá por fin ser libre. Moralmente no debo juzgar, sino comprender, porque era lo que él quería".

"Creo que la sociedad le comprende y le compadece. No creo que nadie pueda juzgarle, porque además transmitía una sincera imagen de bondad y de lucidez intelectual; sus peticiones no eran un capricho, eran algo razonado desde su libertad de pensamiento que él mantenía así, libre, puro, a pesar de estar inmóvl", agrega.

La actriz fue la primera persona que pidió públicamente la eutanasia activa en España. "Yo", explica, "pedía a mis mejores amigos que me ayudaran a morir dignamente, porque también quería quitarme la vida y acabar con mi dolor".

En la actualidad, Azucena Hernández manifiesta ser una mujer feliz, enamorada y que vive una vida bastante plena en el centro de discapacitados donde reside.

"Fui la primera persona que pidió públicamente la eutanasia activa, el derecho a elegir mi final uando ya no tienes derecho a una vida digna, a disfrutar de cierta calidad de vida. Y si hubiera tenido una mano sana, una mano libre, lo hubiera hecho en aquel momento".