Los firmantes de la carta, entre los que se encuentran Josep M. Aragonés, Pepe Dalmau y el jesuita Josep Vives, señalan que "nuestra Iglesia no acabará de encarnarse totalmente hasta que no se constituya como tal a través de una Conferencia Episcopal propia".

En opinión de los sacerdotes, la creación de una Conferencia Episcopal desligada de la española "e uno de los compromisos que le faltan a nuestra Iglesia para hacerse creíble a los ojos de muchos".

El colectivo, que afirma que sus razones son "plenamente pastorales", añaden que "si nuestra propuesta puede parecer políticamente sospechosa a los ojos de alguien, también puede parecer, y lo parece, en sentido contrario la situación actual de dependencia de Madrid".

"En consecuencia", continúan los sacerdotes catalanes, "invitamos a la gente a pedir que en el futuro Concilio Provincial se estudiea fondo este tema, el de una posible Conferencia Episcopal Catalana, al ver que de momento sigue inviable".

Un portavoz del grupo ha manifestado que "la carta no tiene espíritu subversivo ni contestatario, sino que se mueve sólo por un afán pastoral. La consecución de la Conferencia Catalana supondría mayor relación entre los obispos, una mejor organización y una capacidad de servir de manera más adecuada, sobre todo a los laicos".

Esta posibilidad ya fue apuntada hace unos meses por el obispo dela diócesis de Solsona, Monseñor Deig, y fue desestimada por los miembros de la Conferencia Episcopal Tarraconense. Los firmantes piensan que lo fundamental sería "saber cuál es la aspiración mayoritaria del Pueblo de Dios".