"El Partido Socialista tiene que votar en contra de la investidura de Aznar y no debe posibilitar que el señor Aznar sea presidente, porque representan dos proyectos distintos y contrapuestos", dijo. "No hay razón de Estado alguna que justifique ni explique que el PSOE con su voto hiciera posible que Aznar sea presidente".

En cuanto al papel que deberá jugar el PSOE como partido de oposición, De la Rocha se mostró partidario de desbloquear las relacones entre el Partido Socialista e Izquierda Unida (IU). "La izquierda es plural. No cabe que el PSOE pretenda la absorción de IU ni que ésta se crea de forma fundamentalista la única izquierda".

A su juicio, sería positivo recuperar las buenas relaciones entre ambos partidos, ya que ambos van a coincidir en sus argumentos de oposición al nuevo Gobierno en su papel de oposición y conseguirán mejor sus objetivos formando una "nueva mayoría de izquierdas".

Para De la Rocha, ese desbloqueo de las reaciones PSOE-IU debería empezar a nivel municipal y autonómico, para ir sembrando un mayor entendimiento entre ambas formaciones a nivel parlamentario.

En cuanto a la propuesta de Federico Trillo para aumentar el salario de los parlamentarios, De la Rocha comentó que aunque algunos reciben un sueldo digno, hay otros que tienen que acudir a Madrid tres o cuatro días a la semana, que pertenecen a una comisión o no son portavoces, pero cuya nómina es "ajustada".

Respecto a la situación política actul, caracterizada por los continuas negociaciones entre el PP y los partidos nacionalistas, De la Rocha señaló que es razonable que Aznar gobierne buscando los apoyos de las formaciones que puedan coincidir con él en su proyecto político.

A su juicio, la situación en la que se encuentra el partido de José María Aznar obligará al PP a moderar su visión sobre el Estado de las Autonomías, a desarrollar políticas más coherentes con la pluralidad nacional de España y a renunciar a su nacionalismo españolist.

De la Rocha señaló que si PNV y CiU apoyan un Gobierno de Aznar, se producirá un acercamiento de la derecha española a la visión plurinacinal de España, y el de los nacionalistas vascos y catalanes al sector conservador, "superando un desencuentro histórico casi centenario".