Redondo afirmó que se trata de un fenómeno que se produce aproximadamente cada dos generaciones, ya que los descendientes de personas con riqueza y títulos nobiliarios, en unos casos por desinterés y en otros por pérdida del nivel adquisitivo de la familia deciden deshacerse de las joyas arquitectónicas qe les legaron sus antepasados.

Según indicaron algunos de los propietarios que han decidido poner a la venta sus palacios, como los dueños de la Casa de los Escobares, valorada en 125 millones de pesetas, la decisión de enajenar el inmueble obedece a la necesidad de mantener los gastos de un palacio con más de 3.000 metros cuadrados de superficie.

Otro de los edificios históricos en venta es el Palacio de Orellana, que se puede conseguir por 60 millones de pesetas, precio similar al del de Santa arta.

Este último fue adquirido por una inmobiliaria para construir un hotel, pero tras fracasar el proyecto, la empresa ha decidido deshacerse del mismo, aunque sin éxito por el momento, ya que al precio de compra hay que añadir el coste de su acondicionamiento posterior.

Ante este panorama, el concejal de Patrimonio de Trujillo mantiene que su ideal sería convertir estas joyas en museos etnográficos o antropológicos que muestren el pasado a los extremeños, pero admite que por el momento se trat de un anhelo difícil de satisfacer, dada la limitación presupuestaria del consistorio de la ciudad.