El acuerdo establecido entre el cabildo catedralicio y el consejo regulador consiste en la creación de una contraetiqueta específica en la que el monumento es el principal protagonista, junto con el logotipo de la Ribera del Duero.

Cada tipo de vino se embotellará con su contraetiqueta correspondiente -joven, crianza, reserva o gran reserva- mientras que la marca y la etiqueta serán las propias de cada una de las boegas.

La aportación económica corre a cargo de las bodegas en el momento de realizar las contraetiquetas en el Consejo Regulador de la Ribera del Duero y las donaciones serán íntegramente entregadas al cabildo.

El director gerente del consejo regulador, Javier Zaccagnini, afirmó que la contraetiqueta cumplirá así una doble función: "seguirá siendo un precinto oficial de garantía, al mismo tiempo que contribuirá a la restauración y conservación de la Catedral de Burgos". Añadió que "el fin primordal de la campaña que ahora se inicia es unir esfuerzo y prestigio".