Los autores del estudio, Daià Barceló y Montserrat Castillo, analizaron durante tres meses muestras de una planta de depuración de aguas urbanas e industrales, antes y después de ser tratadas.

Los científicos comprobaron que los compuestos tóxicos de los vertidos industriales alteran las células de los órganismos vivos. Estos residuos necesitan ser diluidos más de 10.000 veces para hacerlos inocuos para el medio ambiente.

Los análisis revelaron que las aguas residuales procedentes de la actividad entraban en la planta de tatamiento con un nivel de toxicidad 1.400 veces mayor que el resto.

El estudio fue financiado por la UE y la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología y está relacionado con la futura aplicación de la directiva europea que obligará a los estados miembros a aumentar el control sobre las aguas residuales.