Las variaciones afectaron fundamenalmente a la Cuenca del Ebro, que aumentó su capacidad en 120 hectómetros cúbicos, y a la Cuenca del Tajo, que perdió 25 hectómetros cúbicos, según informó el Ministerio de Medio Ambiente.

Las mayores precicipitaciones se produjeron en la mitad norte peninsular y en las islas Canarias. La máxima se registró en Santiago de Compostela, donde se llegó a los 67 litros por metro cuadrado.