El proyecto de Repsol prevé la inversión de 300 millones de pesetas para la construcción del depósito, que tendrá en su primea fase 52.000 metros cúbicos y llegará a 101.000 en la segunda.

El depósito, que tendrá una vida útil entre los 25 y 50 años, servirá para la eliminación de lodos de decantación de aguas de proceso y limpieza de balsas, resinas de desmineralización, residuos de laboratorio y envases usados.

Asimismo, el depósito tratará catalizadores de matriz silícica, residuos de limpieza, tierras para la decoloración de parafinas y restos de materiales de reparación.

La Junta de Comunidades, en la resolucón de la declaración de Impacto Ambiental publicada en el diario oficial de Castilla La Mancha el 23 de diciembre, se muestra favorable al proyecto, siempre que se cumplan determinadas condiciones de seguridad.

La declaración de impacto ambiental restringe el uso de este depósito únicamente a los residuos que genere la propia planta y para cualquier otro uso diferente a los ya mencionados será preceptiva la autorización de la Consejería de Industria.

El Gobierno regional ha impuesto como condició, además, que el terreno donde se va a ubicar el depósito sea objeto de un estudio previo para determinar si existen en el yacimientos de interés históricos o arrqueológicos.

Finalmente, la Junta de Comunidades estipula que, tras el sellado definitivo del depósito, la empresa deberá vigilarlo con los mismos procedimientos que cuando estaba en activo, durante al menos 10 años.