Actualmente, los jóvenes británicos pueden conducir desde que cumplen los 17 años, pero si se aprueba la mencionada modificación, sólo contarán con un permiso provisional, y no podrán ponerse al frente de un vehículo si no van acompañados por otro conductor, hasta que cumplan los 18 años y superen el citado examen práctico.

Asimismo, con el fin de reducir la mortalidad en accidentes de tráfico, las autoridades británicas se proponen exigir la realización de un número específico de clases en autoescuelas para la obtención del carnet de conducir, cuyos profesores tendrán que reciclarse regularmente.

El Ejecutivo británico considera que actualmente se presta mucha atención a la capacidad de los aprendices de conducción para manejar un coche, y muy poca a factores psicológicos y de comportamiento, como el exceso de confianza o la imprudencia, lo que contribuye al alto nivel de siniestralidad registrado entre los jóvenes en aquel país.

"La conducción es una cuestión tan psicológica como de dominio del vehículo", indicó un portavoz del Gobierno británico, que citó como una buena práctica la inclusión de clases de conducir en el programa de estudios de formación profesional, que se realiza en los países nórdicos y Australia

Según el Ministerio de Transporte británico, los conductores que acaban de obtener el carnet son una de las cinco categorías con mayor riesgo, junto a los motoristas, los que consumen alcohol, los que no se ponen el cinturón y los que exceden los límites de velocidad para llegar al trabajo, y cada uno de estos grupos registra una media de 600 fallecimientos anuales en accidentes.

Por ello, las autoridades de tráfico y la Comisión de Transporte de la Cámara Baja del Reino Unido presentarán una serie de propuestas para mejorar la formación vial de los jóvenes y reducir su siniestralidad, que se debatirán el próximo mes de enero.