Durante su participación en un foro organizado por Intereconomía con el patrocinio de Brandy de Jerez, Arias Cañete aseguró que "no estamos solos" y contamos con los países más importantes de la UE, como Francia y Alemania, si bien "todos tendremos que hacer concesiones". Confió en lograr también el apoyo de Italia.

Aseguró que España exigirá además que "sea la última reforma" para que los agricultores tanto españoles coo comunitarios "no van a comprender cambios sucesivos".

"Tiene que ser una reforma que permita mantener la actividad agraria y ganadera en todo el territorio español y, singularmente en las zonas de menos producciones y zonas menos favorecidas", explicó.

Sobre las concesiones de España en la negociación aseguró que su tope es que la reforma "no conlleve el abandono de hectáreas masivas de cereales ni la reducción sustancial de la cabaña ganadera", si bien negó anunciar más concesiones para "no da cartas al comisario Fischler".

HACIA EL ESTE

Arias Cañete se refirió también a la ampliación de la UE y su impacto sobre la agricultura y ganadería españolas, por la menor recepción de ayudas, si bien aseguró que se trata de una "enorme oportunidad" de expansión para las empresas agroalimentarias.

En este sentido, animó a estas empresas y les recordó que estos países de la ampliación acumulan un crecimiento anual mayor al de la UE y esto les convierte en consumidores potenciales a tener en cueta. Además, ya cuentan con líneas de distribución y sólo les faltan productos que cumplan todos los requisitos que exige la UE y que ahora ellos no alcanzan y nosotros sí.

Arias Cañete reiteró que el campo español se enfrenta a un proceso de reformas y de pérdida de mano de obra que le llevarán a contar con unos 600.000 ó 650.000 agricultores en pocos años, frente a los más de un millón actuales. "Es ley de vida y de evolución", dijo.

Finalmente, lamentó que, cuando todos estos países entren en l UE, España dejará de recibir fondos en aquellas regiones que son ahora objetivo 1 y que dejará de serlo y también perderá gran parte de los fondos de cohesión y estructurales que, ahora, necesitan mucho más los nuevos países de la UE.