Día contra el Suicidio

Los psicólogos piden “no trivializar” el aviso de una persona suicida porque "siempre deja rastro, aunque no lo veamos”

- Entre las poblaciones más “vulnerables” destacan los adolescentes y las personas mayores

MADRID
SERVIMEDIA

El decano del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, José Antonio Luengo, advirtió este sábado de que es “un mito y una leyenda urbana” creer que la “mayor parte” de las personas que se suicidan “no lo han avisado”, puesto que en la “mayor parte” de los casos “siempre hay miguitas y rastro detrás de ellas, aunque no siempre acertamos a verlo”.

Así lo subrayó Luengo en una entrevista concedida a Servimedia con motivo del Día Mundial para la Prevención del Suicidio que se celebra este sábado. A su juicio, hay que “no trivializar” las “llamadas de atención” de estas personas antes de suicidarse, una decisión a la que llegaron en 2020 3.941 personas en España frente a las 3.671 de 2019, según los últimos datos oficiales del INE.

El especialista hizo hincapié en que se trata de cifras “infradotadas” y que no son “fáciles de estimar”, ya que este fenómeno también puede estar detrás de caídas "accidentales", precipitaciones, ahogamientos, accidentes de tráfico o domésticos en torno a los cuales “no consta ningún elemento probatorio que de fe de que la persona ha decidido quitarse la vida”.

Por todo ello, según sus cálculos, la cifra total puede ser “hasta un 15% superior” a la del número de personas que oficialmente “deciden irse y dejar de vivir, motivadas por un sufrimiento y una desesperación que les llevan a desarrollar este acto con más o menos planificación, conciencia o tiempo de preparación o de reflexión”.

Pero a estas víctimas se unen “entre ocho y diez personas” de su entorno más cercano que, según su experiencia, “prácticamente ven devastadas sus vidas durante mucho tiempo” ante esta muerte “no esperada, violenta, que está muy estigmatizada y que hace mucho daño a las familias”.

PROBLEMA DE SALUD PÚBLICA

“Estamos hablando de un problema de auténtica salud pública y una terrible lacra que es un reto social”, espetó, para, a continuación, puntualizar que en torno a un 70% de suicidas tienen un trastorno mental y vivían su día a día “con falta de aire, en situaciones muy dolorosas que les afectaban mucho y prácticamente les anulaban”.

No obstante, “en general”, en la persona que decide quitarse la vida “se funden como en una tormenta perfecta”, el dolor y un sufrimiento psicológico “difícil de asumir”, la “desesperanza” como un “sentimiento de que no hay salida ni posibilidad de escapar de su situación” y la "desvinculación" de amistades, compañeros y proyectos personales.

Según Luengo, cuando estos tres elementos “se unen y se confabulan, aparece un escenario terriblemente trágico y perfecto” para el suicida, incluso en personas que “pasan prácticamente de estar en una situación aparentemente normalizada, a vivir una situación muy traumática que les supera, les ahoga, les desborda y les hunde en el más profundo de los abismos”.

Entre las posibles causas que llevan a una persona a tomar esta decisión, el decano de los psicólogos madrileños citó las relacionadas con asuntos laborales, económicos o sentimentales, que, según su criterio, están “muy en la base de estas conductas”. Se trata de hechos “sobrevenidos” que, según Luengo, “vistos desde fuera pueden parecer que les pueden pasar a todo el mundo, pero, desde dentro, pueden suponer para esa persona el agujero negro más oscuro que se la traga y la absorbe y le lleva a pensar que no va a ser capaz de sacar la cabeza”.

POBLACIONES VULNERABLES

Como posibles desencadenantes de este acto, mencionó situaciones sociales “desfavorecidas y muy dramáticas”, como la violencia intrafamiliar o la violencia de género y, entre las poblaciones “de riesgo”, se refirió a aquellas personas que han vivido “experiencias adversas y muy traumáticas” en la infancia, como presenciar o sufrir violencia, bullying, acoso escolar o abuso sexual y que, al llegar a la edad adulta “tienen una carga de dolor y de sufrimiento psicológico que no siempre se supera bien".

Asimismo, hizo mención a las personas con discapacidad que, a su entender, “en términos generales, encuentran muchas dificultades para vivir”. “Esto, en no pocas ocasiones, acaba cercenando esa posibilidad de resistir, de luchar, de seguir peleando”, abundó.

En paralelo, se refirió a la violencia sobre las personas mayores y recordó que el tramo de 50 a 54 años fue en 2020 el más "sensible” a este fenómeno del suicidio, con un total de 440 personas en esta franja de edad que decidieron quitarse la vida. En contraposición, la preadolescencia y la adolescencia son para Luengo “factores de riesgo”, hasta el punto de que en el año analizado un total de 14 menores de 15 años se suicidaron y otros 300 de entre 15 y 29.

Por ello instó a “preocuparnos mucho” por la situación de los adolescentes y jóvenes y a “estar muy comprometidos a hacer prevención en los centros educativos, en los que hay muchas posibilidades de intervenir, prevenir y sensibilizar”.

Junto a ello, en respuesta a quienes critican que un adolescente verbalice su intención de quitarse la vida para “llamar la atención”, Luengo aseguró que se trata de “señales absolutamente significativas” y emplazó a “no caer en el error de pensar que está llamando la atención”. “Claro que llama la atención, porque llamar la atención es pedir ayuda y, en muchas ocasiones, se trivializa”, lamentó.

PANDEMIA

Preguntado por la posible relación de la pandemia con el aumento de los suicidios, el decano de los psicólogos madrileños consideró que, a falta de datos oficiales, el confinamiento y la pandemia "han hecho crack a muchas personas”, convencido, sin embargo, de que “uno de los efectos positivos” de ello es que este contexto, a su vez, “ha permitido romper el miedo a hablar de la salud mental, a pedir ayuda y acudir a los especialistas”, lo cual se ha traducido en un aumento de la demanda de asistencia de hasta un 35% en centros hospitalarios en el mundo desarrollado.

Con todo, el suicidio sigue siendo “tabú” porque, según Luengo, “invoca la muerte querida y antinatural”. “Suicidarse es ir contra natura y a lo largo de la historia han aparecido numerosos estigmas relacionados con esas personas y con el fenómeno, que ha sido odiado y ocultado”, apostilló.

Para superar ese "rechazo" resulta “imprescindible hablar, explicar, sensibilizar, informar y formar” en torno a un fenómeno “que se puede prevenir”. “Estamos hablando de sufrimiento y el sufrimiento empieza en un momento y es en esos momentos donde tenemos muchas posibilidades de hacer que el camino que lleva a una persona a pensar sobre qué quiere en la vida sea mucho más luminoso”, resolvió.

(SERVIMEDIA)
10 Sep 2022
MJR/pai