La UCE denunció a Tabacalera ante la APD en mayo de 1998 porque para participar en la mencionada campaña los interesados necesitaban obteneruna tarjeta de juego, que podía adquirirse en los estancos o solicitarse llamando a un número de teléfono.

Mediante dicha llamada se requerían los datos personales, incluidos los de profesión y estado civil, pero no se advertía de que esos datos iban a ser automatizados y que el consumidor otorgaba su consentimiento para su tratamiento con finalidad comercial.

Sólo posteriormente al pedido de la tarjeta, cuando el jugador la recibía, éste era informado de la finalidad de sus datos personales. La nspección de Protección de Datos constató, según la nota de la UCE, que las personas que se dirigían al teléfono de atención al cliente de Tabacalera no eran informadas de que los datos que facilitaban iban a ser automatizados.

Este hecho podría inculcar la Ley Orgánica 5/92, de Regulación del Tratamiento Automatizado de Datos, y podría estar multado con hasta 50 millones de pesetas, según la organización de consumidores.

"Los datos personales no pueden ser usados sino cuando lo justifique la finlidad para la que han sido recabados, y aprovechar promociones, sorteos, etcétera, para recabar los mismos es una práctica que debe sancionarse por el riesgo que genera una difusión incontrolada de la información. Y el principio del consentimiento debe observarse por quienes recaban datos personales", concluye la UCE.