"Quienes han votado a Morán de buena fe, creyendo que es el mejor candidato, tienen todo mi aprecio y todo mi respeto", dijo Leguina a la Ser. "A quienes lo han hecho en clave de arreglo de cuentas interno les diré que por ese camino no vamos a buen sitio".

Según el secretario de Cultura del PSOE, "un gurú, sin ninguna presencia social ni política, que maneja una auténtica secta de 200 o 300 personas, ordena cambiar en el último minuo el sentido de esos votos y decide así una elección que afecta a una ciudad de 3 millones de habitantes, lo cual repugna a cualquier demócrata".

"El voto", añadió, "para un demócrata es la expresión de la libertad individual, y ésta se convierte mediante estos manejos en un deplorable instrumento de cambio. Si además esa decisión sectaria se toma tras una comida con notables miembros del aparato de Borrell, que había prometido neutralidad, estamos ante un panorama nada edificante. Parafraseando a Shaespeare, diré que algo huele a podrido y no precisamente en Dinamarca".