Su visita se produciría con posterioridad a la protagonizada la pasada semana por la vicepresidenta primera del Ejecutivo, María Teresa Fernández de la Vega.

Zapatero reconoció que la situación en la frontera de ambas ciudades norteafricanas es "preocupante" y abogó por encontrar soluciones compartidas al "50 por ciento" por las autoridades españolas y marroquíes que tengan en cuenta el respeto a los derechos humanos de los inmigrantes subsaharianos.

En su opinión, los sucesivos ataques a la verja fronteriza de Ceuta y Melilla han sido "un fenómeno" puntual que se puede reproducir en "cualquier sito" y que es síntoma de un problema mayor, que es la mísera situación en la que se vive en el continente africano.

Zapatero defendió su política de inmigración y el incremento de la ayuda al desarrollo y se preguntó qué dirán ahora todos aquellos que se opusieron al aumento de los presupuestos de cooperación.

Además, dijo, en los cinco años de gobierno del PP previos a la llegada del PSOE al Ejecutivo se registró la entrada de más de un millón de inmigrantes irregulares en la Península, una cifra que registrará un "descenso espectacular" gracias al "inevitable" proceso de regularización de miles de inmigrantes ilegales puesto en marcha por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales y a las nuevas medidas de control de las fronteras.