Esa información, que publica la revista "30 Días" en su último número, destaca la desconfianza de Benelli, que estuvo al frente de la citada Secretaría desde 1967 hasta 1977, por que los miembros del Opus Dei pudieran compatibilizar su afiliación con el servicio a la Santa Sede.

Benelli temía que algunas materias reservadas relacionadas con la Santa Sede pudieran ser divulgadas fuera de ella, y se preguntaba si la obligación de los oficiales e la Curia romana de mantener el secreto obligatorio podía compatibilizarse con el estrecho vínculo que liga a los sacerdotes del Opus Dei con sus superiores.

Por ello, en 1973, Benelli comenzó una investigación oficiosa que le permitiera conocer a todos los miembros del Opus Dei infiltrados en la Curia romana, porque los altos cargos vaticanos tenían la evidencia o el temor de que alguna infiltración se había producido ya.

Síntoma de esa situación fueron las relaciones de Escrivá de Balaguer conel papa Pablo VI, que tardó seis años en recibir al beato, a pesar de las repetidas ocasiones que lo había solicitado.

Sin embargo, el enfrentamiento de Benelli con el fundador del Opus Dei se remonta a cuando el cardenal desempeñó el cargo de delegado de la nunciatura en Madrid, desde 1962 a 1965, época en la que desarrolló una radical animadversión por el régimen franquista, por lo que fue continuamente vigilado por la policía secreta.

Según la citada revista, el antifranquismo de Benelli fue mtivo de roces con el Opus Dei, al que acusaba de apoyar decididamente a la dictadura, lo que le procuró las críticas de los miembros de esa organización católica más proximos al Generalísimo.

Así, la declaración de Alvarez del Portillo en la "Positio" subraya que los miembros del Opus que participaron en el poder franquista adoptaron la postura más acorde con sus tendencias personales y criticaron la postura de Benelli que "no comprendió esta libertad de opinión y se consideró atacado por el Opus Dei"