Según los ecologistas, la contaminación detectada en Bélgica pone de manifiesto el carácter "sumamente peligroso de estas sustancias y la falta de control e información que existe sobre ellas en el Estad español".

En febrero de 1997 la Organización Mundial de la Salud (OMS) recalificó la dioxina como agente cacerígeno en humanos y los incluyó en el Grupo I de la clasificación de compuestos tóxicos y cancerígenos. Posteriormente, la OMS rebajó los valores de ingestión diaria tolerable.

La peligrosidad de la dioxina aumenta debido a su carácter persistente y bioacumulativo, ya que se caracteriza por su gran capacidad de incorporación a los tejidos de los organismos vivos.

Ecologistas en Acció destacó como focos emisores de dioxinas los procesos de combustión o fundición industrial, algunas instalaciones dedicadas a la producción de sustancias químicas y la incineración de residuos.

Según esta organización, en España existen casi 30 incineradoras de residuos, la mayoría urbanas. En julio de 1997, Ecologistas en Acción interpuso un recurso contra una de ellas, la de Valdemingómez (Madrid), ante la negativa del Ayuntamiento de Madrid a remitirle mensualmente todos los datos relativos a las eisiones que produce esta instalación.