Según estos expertos, las dioxinas son "compuestos altamente tóxicos", originados por procesos de incineración, que luego son absorbidos por vía oral y dérmica por parte de los seres vivos.

En el cuerpo humano, este tipo de elemento es el mayor contaminante detectado en el tejido adiposo y la leche materna, con la especial característica de su lenta eliminación, que puede prolongarse durante casi seis años.

Las consecuencias d su posible entrada en el cuerpo afectan principalmente al hígado y pueden provocar hepatoxicidad, disminución de vitamina A, alteraciones en la absorción de hierro, efectos sobre las glándulas tiroideas y efectos en la reproducción, mientras que sólo se han comprobado sus efectos cancerígenos en animales.

DEL ESTABLO A LA MESA

Los veterinarios consideran que debe existir un especial control e inpección de todos los productos que se dedican a la alimentación de animales que, posteriormente, se destian al consumo humano.

Por ello, solicitan que el control se haga durante todo el periodo de engorde del animal, con la necesidad de inspecciones desde que están en los establos hasta que se convierten en alimento.

Los veterinarios sugieren además que se obligue a las empresas de piensos a que hagan controles sobre las materias primas de las que hacen los compuestos.

Finalmente, sobre las partidas de carne belga que ya estén en el mercado español, exigen que se destruyan, controlando que los esiduos no se puedan reutilizar.