Entre las piezas aportadas por diferentes instituciones a la exposición se encontraban los restos de un frontal, compuesto por 53 placas de cobre, dorado y esmaltado, que procedía del Museo Catedralicio de la diócesis de Orense. Los delincuentes sustrajeron una de las placas que representaban a la virgen.

El Grupo de Delitos contra el Patrimonio Histórico averiguó la existencia de una operación comerial que se produjo en el mercado clandestino de obras de arte y que consistió en la venta de un esmalte de similares características al robado en la exposición.

La policía comprobó que la operación de compraventa se había producido en la capital aragonesa, ya que el esmalte había permanecido en poder de un industrial de Zaragoza hasta 1991, fecha en que fue vendido a un coleccionista particular de Barcelona, donde fue finalmente recuperado.