Dos matrimonios alertaron el domingo sobre la existencia de dos sacos situados en las inmediaciones del pantano, cuyo caudal ha descendido en las últimas semanas, y que contenían dos cráneos y algunos huesos de esqueletos humanos. Sgún las primeras hipótesis, los restos podrían pertenecer a dos niñas, de 14 y 15 años de edad, desaparecidas el 24 de abril de 1992 en Aguilar.

Las niñas desaparecidas, Manuela Torres y Virginia Guerrero, fueron vistas por última vez haciendo auto-stop, mientras se dirigían a una discoteca de una localidad vecina, y desde entonces, nadie ha vuelto a saber de ellas.

Posteriormente, al analizar los restos humanos, la forense encargada del caso señaló que no puede afirmarse nada hasta dentro de 15 ías, cuando el Instituto Nacional de Toxicología, al que han sido remitidos los cráneos, se pronuncie sobre su antigüedad, aunque fuentes de la investigación aclararon que esa primera hipótesis va perdiendo fuerza.

Según las mismas fuentes, "es poco probable" que los cráneos puedan pertenecer a las dos niñas, ya que uno es de tamaño mucho menor que el otro, y, al parecer, las personas encontradas en el pantano habrían muerto mucho tiempo antes de la desaparición de Virginia y Manuela.

Los padres e las dos niñas de Aguilar, cuyo caso había sido prácticamente archivado, solicitaron del entonces ministro de Interior, Jose Luis Corcuera, en una entrevista mantenida poco tiempo después de que se encontraran los cadáveres de las niñas de Alcasser, que no se dejara de investigar, algo a lo que se comprometió el ministro.

Durante los primeros meses tras su desaparición, Virginia y Manuela fueron buscadas intensamente por la Guardia Civil y la policía de toda la Comunidad Autónoma de Castilla y León, ero aunque se dragó, incluso, el pantano de Aguilar, nunca se consiguió una pista definitiva sobre su paradero.