En la madrileña calle Montera las prostitutas eran vigiladas de cerca por sus explotadoras casi todo el día. Sólo durante un momento de despiste pudieron acudir rápidamente a denunciar su situación a la policía y lo hicieron pese a que dos de ellas se encontraban en España de forma irregular.

La Policía Nacional puso en marcha un dispositivo de vigilancia que se saldó con la detención de las sospechosas en el momento en que se disponían a recaudar el dinero ganado por las chicas en la misma calle Montera. Finalizadas las diligencias policiales, las tres acusadas fueron puestas a disposición judicial.