UN PERIODISTA QUE VIAJÓ EN EL YAK-42 ASEGURA QUE LA TRIPULACIÓN "OLÍA A WHISKY QUE ECHABA PARA ATRÁS"
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El periodista de Radio Nacional Ernesto Carratalá, que viajó días antes del siniestro en el mismo Yak-42 que se estrelló en Turquía, aseguró hoy ante el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska que en la zona en la que viajaba la tripulación "olía a whisky que echaba para atrás".
El periodista hizo estas afirmaciones ante Grande-Marlaska en el marco de las investigaciones que el juez está llevando a cabo para determinar las posibles responsabilidades en la contratación del Yak-42, el avión que se estrelló en Trebisonda (Turquía) el 26 de mayo de 2003 provocando la muerte de 62 militares españoles que regresaban de Afganistán.
Según informaron fuentes juídicas, Carratalá relató al juez su experiencia a bordo del Yak-42, en el que viajó el 11 de mayo de 2003 -justo dos semanas antes de que se estrellara el mismo aparato en Turquía- entre Torrejón de Ardoz y Kuwait City y en el que viajaban junto a los militares cuatro periodistas.
Durante la primera parada técnica del avión, realizada en la base de Morón de la Frontera (Sevilla), los pasajeros pudieron bajar a la pista mientras esperaban a que el aparato estuviera listo.
Fue entonces cuando se percataron del "lamentable estado" que presentaban los neumáticos del tren de aterrizaje del avión, que se encontraban "desgastadísimos" y de los que "sobresalían hierros y alambres de la goma".
También se dieron cuenta que en la panza del avión uno de los manómetros que miden la presión del aceite marcaba cero. El periodista explicó que ante esta deficiencia se acercó el que parecía ser el mecánico del vuelo, que no hablaba español y que, armado de un martillo, empezó a dar golpes al indicadorhasta que este dio una lectura similar a la de los otros manómetros.
"En ese momento todos dijimos que nos volvíamos a Madrid, aunque fuese andando", señaló Carratalá, quien explicó que finalmente volvieron a subir al avión porque no podían abandonar el trabajo que iban a realizar en la zona del Golfo Pérsico.
ATERRIZAJE "APOTEÓSICO"
Tras otras dos escalas técnicas, una en Yibuti y otra en El Cairo, en las que no hubo incidentes, el avión aterrizó en el aeropuerto de Kuwait City, una maniobra que, según señaló Carratalá, "nos puso a todos los pelos de punta".
El periodista explicó que ese aterrizaje "fue apoteósico, casi un picado de cola del avión, deslizándose de un lado para otro sobre la pista del aeropuerto".
Tanto fue así que, a pesar de las consignas de permanecer sentados, todos los pasajeros, tanto civiles como militares, se abalanzaron sobre la puerta del avión para abandonar el aparato.
El testigo también relató al juez las deficiencias que pudo percibir en el interior del avión. En este sentido, explicó que los asientos estaban mal anclados y que en la parte trasera del avión se habían depositado el equipaje y los petates de los militares sin sujeción alguna.
Además, explicó que las azafatas no les ofrecieron nada de comer y que, cuando fueron al departamento que estaba acotado para el uso de la tripulación dentro del aparato, observaron que había varias botellas de whisky, alguna de ellas ya vacías.
En aquella parte del avión "olía a whisky que echaba para atrás", explicó el periodista.
Por último, y preguntado por Grande-Marlaska por qué no puso en conocimiento de las autoridades estos hechos hasta después del accidente del avión en Turquía, Carratalá dijo que, hasta después del siniestro del Yak-42, no volvieron a España.
MIEDO A VOLAR
En esta misma rueda de comparecencias celebrada hoy declaró ante el magistrado la diputada socialista Mamen Sánchez, quien en la época en la que se produjo el accidente se ocupaba de los temas de defensa dentro de su grupo parlamentario y que, meses antes del siniestro, dirigió una pregunta al por entonces ministro de Defensa, Federico Trillo, interesándose por el estado de los aviones en los que eran transportadas las tropas.
La diputada aseguró que las "contínuas" deficiencias en la seguridad de los vuelos eran un "clamor" dentro de las Fuerzas Armadas españolas y añadió que el propio Trillo conocía las quejas de los militares antes del accidente del Yak-42 en Turquía.
Tal era la situación, según Sánchez, que los militares no querían volver a volar en uno de esos aviones. Según explicó al juez, varios militares se pusieron en contacto con ella meses antes del accidente para relatarle sus experiencias a bordo de aviones subcontratados a compañías de países de la ex Unión Sovietica -principalmente ucranianos y bielorusos- ante la "inutilidad" de las quejas elevadas a sus superiores.
Los fallos que le relataban los militares, y que sirvieron de base para su pregunta parlamentaria, hacían referencia a deficiencias de seguridad, cansancio de la tripulación o condiciones extremas de frío y de calor a bordo del aparato.
Por ejemplo, Sánchez señaló que en uno de estos viajes, realizado a bordo de un avión bielorruso, los militares se percataron de que la cartilla de vuelo del aparato estaba caducada.
Otra queja recurrente era la de que la tripulación solía fijar el plan de vuelo y las escalas en función de los lugares en los que el precio del carburante era más barato.
En la respuesta a su pregunta parlamentaria, Trillo reconocía que se utilizaban aviones subcontratados a compañías de países ex soviéticos para el transporte de tropas y explicaba que se esto se hacía porque las necesidades "superan las capcaidades de la flota que dispone el Ejército del Aire".
Además, señalaba que la agencia Namsa, perteneciente a la OTAN y a través de la cual se subcontrataban estos aviones, era la encargada de "supervisar las condiciones técnicas de todas las aeronaves que el Ministerio de Defensa solicita y que debe ajustarse a las que exige Aviación Civil".
A modo de conclusión, la diputada socialista aseguró ante el juez que antes del accidente "había mucha información" sobre la deficiencia de los vuelos que se utilizaban para el transporte de tropas y que la situación "era 'vox populi', la conocía muchos militares".
(SERVIMEDIA)
06 Oct 2008
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