En su opinión, la relación entre el PP y CiU no ha sido buena para Cataluña y tampoco para España, ya que ha permitido a los populares ejercer el poder "hasta extremos inauditos", llegando al punto de que los nacionalistas "han prometido su voto para el presupuesto de este año, lo que no se había visto nunca".

Al hablar de la Constitución, Pasqual Maragall considera que 20 años después de su aprobación ha llegado el momento de releerla "en voz alta" para "hcer las puntualizaciones que en el 78 no se pudieron hacer".

En cuanto a las próximas elecciones catalanas, asegura que percibe "un gran deseo de cambio" entre los ciudadanos, pero reconoce la dificultad de "cambiar el aire viciado de veinte años de una habitación cerrada" y hacer que Cataluña "deje de tener una sóla voz para tener muchas".

Define su proyecto como "colectivo, catalanista y de centro izquierda" y se refiere al centro no como el punto equidistante entre dos extremos, sino el que agltina a la mayoría de la gente "que no acaba de creer en la política".

Entre sus objetivos, fija el de igualar el resultado del régimen foral común; distribuir la gestión del gasto en un 40% para el Estado, 30% para la autonomía y 30% para el municipio; igualar el gasto de capital social por habitante en las áreas metropolitanas de más de un millón, y, como resultado de todo lo anterior, equiparar la balanza fiscal de todas las comunidades autónomas.

Finalmente, niega la existencia de contradiccioes entre el proyecto del PSOE para España y el suyo para Cataluña, y advierte que la izquierda debe ganar a sus escépticos con progresismo, ecologismo, y haciendo de su proyecto un lugar de debate y enriquecimiento.