El arzobispo de Mérida-Badajoz, Antonio Montero, se desplazó ayer a este municipio pacense, de unos 300 habitantes, donde realizó diversas actividades, durante las cuales sostuvo na entrevista personal con el párroco, que el pasado martes solicitó a los familiares de una vecina que había fallecido que retrasasen el entierro para comprobar si efectivamente había muerto.

David Antonio Ferrato estaba convencido de que Maximiliana Terrero vivía aún, porque así se lo había confirmado un vidente que suele acertar en su predicciones, por lo que emplazó a los familiares de la fallecida a que aguardasen un tiempo antes de proceder a la inhumación de sus restos.

Los hijos denunciarn los hechos ante el juzgado de Mérida, al tiempo que solicitaron un médico forense que certificara la defunción, a lo que el juez se negó alegando que ya existían dos informes médicos que así lo determinaban.

El párroco relató ayer al arzobispo su versión de los hechos y le manifestó su "sorpresa y dolor" por la repercusión que habían tenido sus declaraciones, lo que, según dijo, estaba muy lejos de sus repercusiones pastorales.