El informe, realizado por Norman Baker, portavoz para el medioambiente del Partido Liberal Demócrata, analizó la política de reciclaje y uso de energía de este edificio, así como los hábitos de los parlamentarios.

Según esta investigación, este edificio público genera 2.000 toneladas de basura al año, de las que 1.700 acaban en incineradoras, y es práctica habitual dejar luces, ordenadores y radiadores encendidos, aunque no se estén utilizando.

Algunos parlamentarios han denunciado que parte del papel que se deposita en las papeleras de reciclaje de Westminster nunca se recicla y que el personal de limpieza mezcla el papel con otros residuos lo que imposibilita su recuperación.

La investigación subraya que el consumo de electricidad por parte de la sede de esta institución ha aumentado un 50% desde 1997, debido al incremento en el uso de ordenadores y fotocopiadoras, y que no se han adoptado medidas eficaces para el ahorro de energía, como instalar bombillas de bajo consumo o mejorar el deficiente aislamiento térmico del edificio.

Además, las ayudas para gasolina y el parking subterráneo gratuito que disfrutan los parlamentarios animan a éstos a desplazarse a las sesiones parlamentarias en coche, lo que también contribuye a incrementar la emisión de CO2.

Ante los malos resultados de la auditoría, la institución ha puesto en marcha medidas para ahorrar el consumo de energía y ha decidido introducir una revisión oficial de sus resultados a lo largo de este otoño, con la asesoría de The Carbon Trust, organización dedicada a ayudar al sector empresarial a reducir sus emisiones de dióxido de carbono y su consumo de energía.