Solana, que rechazó pronunciarse abiertamente sobre la posibilidad de consulta popular, dijo que "la multinacionalización de las estructuras de mando y la integración en éstas de todos los píses es un paso muy importante para la construcción de Europa. La tendencia hacia la renacionalización me parece que iría en la dirección equivocada".

En cuanto a la pretensión española de liderar el mando de la península ibérica (España y Portugal) en el caso de producirse su incorporación total a la OTAN, propuesta hecha por el ministro de Exteriores, Abel Matutes, Solana señaló que "las peticiones y aspiraciones españolas pueden ser sin grandes dificultades conseguidas".

Sobre la situación en a que quedarían tras la incorporación total de España en la Alianza las ciudades de Ceuta y Melilla, el secretario general de la OTAN indicó que su estatuto no cambiaría y permanecerían fuera del paraguas de la organización, tal y como se recoge en el Tratado de Washington.

Javier Solana se mostró convencido de que la nueva OTAN podrá ser posible antes del próximo verano, fecha para la cual pretende celebrar "una cumbre al más alto nivel para poner de manifiesto y aprobar los temas en juego".

El áximo responsable de la Alianza explicó que en esta cumbre se aprobará "la adaptación interna de la organización, la ampliación de la Alianza a nuevos miembros y las relaciones con la Federación Rusa".

Sobre estas relaciones, Solana abogó por la firma de un acuerdo que posibilite "una relación jurídico-bilateral entre la Alianza y la Federación Rusa", lo que, a su juicio, es posible puesto que entre ambas existe en la actualidad "una apoyatura sólida", gracias a la colaboración en Bosnia-Herzegovina. Después de restar importancia a la enfermedad de Boris Yeltsin para el proceso de colaboración entre Rusia y la OTAN, Javier Solana fue contundente al señalar que de lograrse este acuerdo se produciría "el final definitivo de las secuelas de la II Guerra Mundial".