San Gil describió a Ordóñez como "un jefe magnífico, un gran amigo y un gran político", además de ser muy trabajador, ya que, según explicó, dedicaba 18 horas diarias sin parar a su trabjo "y siempre de un humor estupendo".

"En el momento del atentado estábamos hablando de las municipales. El estaba muy contento porque todo iba muy bien y porque había buenas expectativas. Iba a conseguir aquello por lo que tanto había luchado: la alcaldía de San Sebastián", añadió la secretaria de Gregorio Ordóñez.

María San Gil relató el asesinato: "Yo no oí el tiro. Para mí es como si el tiro hubiera sido insonoro. Vi la pistola en su cabeza, le tenía enfrente. Es lo único que vi, y pensé: 'Vaa broma macabra para hacérsela a Gregorio' hasta que me di cuenta de que no era una broma. Vi al etarra y fui detrás de él", pero no pudo alcanzarlo.