El plan de estímulo a la economía estadounidense se basa en la creación de un sistema de fijación de límites máximos e intercambio de los derechos de emisión, que incluye 80.000 millones de dólares en proyectos de energía renovable.

Este programa, además, castiga a las industrias que más contaminan el medio ambiente al obligarlas a adquirir créditos de las empresas "verdes" que no llegan a los topes establecidos de polución.