Los pasajeros, que iban de vacaciones a Italia, habían cumplimentado todos los procedimientos de embarque y se encontraban a bordo de un aparato de la compañía en el aeropuerto londinense de Stansted, cuando el piloto les indicó que tenían que abandonar el avión porque había otros tres viajeros con discapacidad y la política de seguridad de la aerolínea establece un máximo de cuatro personas con discapacidad por vuelo.

Algunos de ellos tuvieron que esperar seis horas para ser embarcados en otro vuelo, mientras que otros tuvieron que dormir en el aeropuerto y uno de ellos canceló sus vacaciones.

La organizadora del viaje, Katherine Hurst, ha subrayado que había reservado el viaje con ocho meses de antelación y que desde Ryanair le habían garantizado que no habría problemas. Según Hurst, los viajeros iban acompañados por guías sin discapacidad visual y no sufrían problemas de movilidad, por lo que su evacuación en caso de emergencia habría sido posible.

"The Independent" recuerda que Ryanair ya fue condenada por discriminar a un viajero con movilidad reducida en 2002, al que tuvo que indemnizar con 3.402 euros por obligarle a pagar un suplemento de 26 euros por utilizar una silla de ruedas en el aeropuerto de Stansted. La compañía apeló la sentencia y el Tribunal de Apelación volvió a dar la razón al viajero y decretó que tanto la aerolínea como el aeropuerto tenían la obligación de ayudar a los viajeros con discapacidad.

En respuesta a la sentencia, la empresa incrementó en 72 céntimos de euro el precio de todos sus billetes, para cubrir el coste de facilitar sillas de ruedas a los viajeros que lo precisaran.

Por su parte, el Real Instituto Británico de los Ciegos ha recibido ocho reclamaciones contra Ryanair, un número muy elevado para una sola compañía, según la asesora en temas legales de la organización, Jane Vernon, quien ha indicado que están estudiando adoptar acciones judiciales en uno de los casos.