En contra de lo que se había informado, Adalid fue conciente de que su situación no tenía salida y que la policía le había descubierto en Amsterdam, por lo que allí confesó su asesinato.

Las mismas fuentes añadieron que los agentes del Cuerpo Nacional de Policía siguieron el rastro de Adalid por Estados Unidos, en concreto por Detroit y Orlando, así como en Amsterdam.

El presunto asesino de la doctora llegó a comprar uno de los billetes de avión para EE.UU. con su propia tarjeta de crédito, por lo que su seguimiento no fue difícil para los policías. Una vez detenido en Amsterdam, Adalid, consciente de su situación, firmó personalmente su extradición para retornar a España lo antes posible.