Según una investigación realizada por expertos americanos del Centro Médico de la Universidad de Duke, la separación temprana de alguno de los progenitores o la carencia de cuidados y afecto por parte de los padres altera de alguna manera las respuestas del cuerpo humano frente al estrés.

Según un artículo publicado en la revista especializada "Psychosomatic Medicine", el equip de la doctora Linda J. Luecken afirma que esa experiencia en la infancia puede llevar a incrementar la presión sanguínea y a la interrupción de la segregación hormonal relacionada con algunas enfermedades de riesgo que pueden producir la muerte.

"Para un niño, perder al padre o a la madre y carecer de unas buenas relaciones con sus progenitores es muy similar y puede producir efectos muy parecidos, en ambas situaciones, en su desarrollo psicológico", afirma la doctora Luecken.

Los expertos compaaron los niveles de estrés en 30 estudiantes que habían perdido a uno de sus padres antes de cumplir 16 años, con otros que no habían pasado por esa experiencia traumática. Los jóvenes tuvieron que pasar por dos pruebas en las que se hacía relación a la muerte de los padres.

Los estudiantes que habían perdido a uno de sus progenitores o los que habían tenido escasas relaciones con ellos presentaban una presión sanguínea mayor que el resto y unos niveles de cortisol también muy altos.

Los niveles e cortisol de estos jóvenes eran muy similares a los observados por otros investigadores en sus estudios sobre el llamado estrés postraumático. De esta manera, los expertos aseguran que las personas que han pasado por las referidas experiencias en su infancia pueden desarrollar una respuesta hormonal hacia el estrés de la misma manera que los adultos cuando sufren un trauma grave.