El informe indica que algunos estudios específicos realizados en los últimos años ponen de manifiesto que existe discriminació salarial, y recuerda que en 1993 las mujeres ganaron el 73,5 por ciento del salario masculino.

Asimismo, confirma que las mujeres soportan un mayor grado de temporalidad y un uso más frecuente en las modalidades de empleo a tiempo parcial. El año pasado, el 37,2 por ciento de las mujeres asalariadas era temporal, frente a un 29,8 por ciento de los hombres.

"A pesar de lo que se pueda pensar", concluye el documento, "el uso del trabajo a tiempo parcial por parte de las mujeres no parece ser debid a la compaginación de las actividades domésticas, sino a su segregación profesional y ocupacional".

Sin embargo, el CES también señala aspectos positivos, como el aumento de la proporción de empleadoras, que pasó de 1 mujer por cada 10 hombres en 1984, a 1 por cada 5 en 1993.

No obstante, también constata un estancamiento del número de mujeres en puestos de dirección en las empresas y en altos funcionarios de la Administración, así como la importante traba para el desarrollo profesional que supoe la "doble jornada" que soportan muchas mujeres: la laboral y la doméstica.

Más del 60 por ciento de las mujeres ocupadas atiende, además, a las labores del hogar. "El desigual reparto del trabajo doméstico y las responsabilidades familiares", señala el informe, "siguen contituyendo un importante obstáculo para la integración social y laboral femenina".

MAS PARO ENTRE MUJERES

El Consejo Económico y Social concluye que si bien se ha registrado durante los últimos años una incorporación masiva d la mujer al mercado de trabajo en la última década, el aumento no ha implicado un incremento mimético en la tasa de ocupación, trasladándose en parte a desempleo, por lo que las tasas de paro son mucho más altas entre la población femenina.

Respecto al acoso sexual, el CES lamenta la escasez de datos que se manejan al respecto, pero advierte que la adopción de textos jurídicos no resulta suficiente para combatir una práctica "profundamente arraigada en las relaciones laborales, que representa un grav obstáculo para la plena integración laboral de la mujer, y es, en definitiva, una manifestación de discriminación".

El documento también hace referencia a la considerable mejora que se ha producido durante los últimos años en lo concerniente a los niveles educativos de las mujeres, si bien matiza que todavía falta por conseguir una equiparación del contenido de los estudios entre ambos sexos, que puede ser la causa de algunos problemas de segregación en la entrada al mercado de trabajo detectados.

En la formación profesional se está produciendo un acercamiento entre el número de hombres y mujeres que se matriculan anualmente, pero la desigual distribución por ramas continúa mostrando segregación sexual.

Las mujeres se concentran mayoritariamente en las ramas administrativa y comercial, hogar, moda y confección, peluquería y estética y sanitaria; mientras que los hombres se agrupan más en las ramas de electricidad y electrónica, automoción, metal y agraria.

Entre el alumnado universitario las mujeres se encuentran representadas en una mayor proporción en las carreras de humanidades, ciencias jurídicas y sociales y ciencias de la salud. En ramas con peores salidas profesionales y en ciclos educativos más cortos. Por el contrario, en las carreras técnicas las estudiantes componen menos de un cuarto del total del alumnado.