La investigación, realizada por un equipo del Hospital McLean de Massachusetts (EE.UU.), estudió a un total de 75 mujeres atletas que hacían pesas cinco días a la semana desde los dos últimos años o que participaban en competiciones de cultuismo.

El 33% de las mujeres admitió que utilizaba o había utilizado esteroides. De éstas, la mayoría (un 76%) reconoció padecer algún efecto secundario, como aumento del bello facial, cambio en la voz, acné o fallo renal. Además, el 64% dijo padecer algún efecto de tipo psicológico, como irratibilidad y agresividad. Todas las que consumían esteroides estaban descontentas con sus cuerpos, que les parecían insuficientemente musculosos y con exceso de grasa.

Ninguna de las 75 mujeres padecía un típio cuadro de desorden alimentario, pero el 35% había sufrido este trastorno en el pasado. Más de la mitad de las culturistas -un 84% de las consumidoras de esteroides y un 68% de las no consumidoras- seguía una rígida dieta, en la que se incluían suplementos que provocaban problemas a la hora de ir a comer a un restaurante o a casa de unos amigos.

Los investigadores se encontraron con mujeres que habían abandonado sus carreras universitarias o profesionales por una vida dedicada al gimnasio y al culto l cuerpo. Aunque el estudio es relativamente pequeño, sus autores creen que los esteroides, los trastornos alimentarios y la distorsión de la percepción corporal son más comunes en la realidad entre estas deportistas.