La ciudad canadiense contó con más adhesiones que las candidaturas que competían con ella para albergar la sede de este organismo de las Nacones Unidas (Madrid, Nairobi y Ginebra).

España había intensificado durante los últimos meses los esfuerzos diplomáticos para hacerse con la sede del Convenio de Biodiversidad, uno de los documentos que surgió de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en 1992 en Río de Janiero (Brasil).

El Gobierno español había intentado recabar el apoyo de los socios comunitarios y de los países hispanoamericanos. Sin embargo, los esfuerzos diplomáticos no han dado el resutado perseguido.

En el seno de la Unión Europea, el Gobierno no logró recabar el apoyo de Francia y del Reino Unido, que desde un principio se decantó por Montreal.