El obispo señaló que existían "razones graves" para suprimir el Monasterio de Monjas de Santa Clara de Espinosa de Henares, e incluso para expulsar a algunas de las religiosas, aunque finalente las cinco monjas que este verano todavía habitaban en él han sido trasladadas a otros conventos: dos al Monasterio de Santa Clara de Sigüenza y tres al de Sanlúcar de Barrameda.

Según el prelado, en los últimos meses se había deteriorado la vida comunitaria, se habían cometido graves irregularidades por parte de algunas religiosas y permitido la injerencia de personas extrañas a la comunidad.

Sánchez aseguró a través de un comunicado que las monjas desobedecieron las determinaciones de la Sata Sede y del Obispado, celebraron elecciones para elegir una nueva abadesa sin la pertinente autorización, permitieron que residiera en el monasterio como postulante una persona pese a que el Vaticano no autorizó el noviciado y entregaron documentación del monasterio a Gonzalo Ibáñez Blanco, seglar ajeno al convento.

Además, el obispo acusó a las religiosas de hacer declaraciones a los medios de comunicación "contrarias a la verdad y difamatorias para su persona" y otras instituciones de la Iglesia". Finalmente, el prelado expresó públicamente su protesta por "la violencia, el trato vejatorio y soez de que en la noche del pasado 22 de septiembre" fueron objeto él y sus acompañantes en Espinosa de Henares cuando fueron a dialogar con las monjas para volverles a exponer la decisión de la Santa Sede de suprimir el convento.