La principal crítica se refiere a que los accesos de salida del público eran insuficientes para desalojar a los más de cincuenta mil espectadores, por lo que se produjeron aglomeraciones que dieron lugar a numerosos desmayos.

Además, cientos de asistentes al acto se vieron obligados a dejar sus prismáticos en consigna, ya que estaba prohibido entrar con ellos al recinto. A la salida se produjero colas de varias horas para poder recuperarlos, lo que provocó el enfado de las personas que esperaban, ya que muchas de ellas tenían billetes de avión y de barco cuya salida era inmediatamente posterior a la finalización del concierto.

En cuanto a la actuación de Jackson, los elogios fueron unánimes, aunque, según aseguraron a Servimedia muchos de los asistentes, las paradas que realizaba entre canción y canción eran demasiado largas y no contribuían a conectar con el público.

El denominado "conierto del siglo" comenzó pasadas las diez de la noche y las canciones de la estrella del pop fueron acompañadas de un espectáculo de luces y fuegos artificiales que duró algo más de dos horas.

En un momento de la actuación subieron al escenario un grupo de niños, con los que el cantante interpretó su último éxito discográfico.